Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de tabaco es la principal causa de muerte prevenible en el mundo. Durante años el tabaco se relacionó principalmente a enfermedades pulmonares, cardíacas y vasculares, no existiendo inicialmente una clara evidencia científica de que fumar podía producir daño renal.
Recién en el año 1996 se publica un trabajo que asocia el hábito de fumar con un incremento en el riesgo de insuficiencia renal. Posteriormente en los años 2000 y 2002 aparecen trabajos de seguimiento en población sana en la que se correlaciona el hábito de fumar con la aparición de niveles variables de proteinuria (pérdida renal de proteínas), marcador reconocido de daño renal crónico.
En el año 2003 se publicó el estudio noruego HUNT 2, que con un seguimiento a 10 años de más de 60.000 personas, concluyó que un sujeto que fuma 20 cigarros día por 15 años tiene 9 veces más riesgo de tener deterioro de su función renal que un sujeto no fumador.
Es así cómodo desde el año 2003 la comunidad nefrológica mundial incluye el tabaco junto a diabetes, hipertensión y edad, dentro de los factores de riesgo de progresión y de iniciación de enfermedad renal crónica.
Varios y complejos mecanismos se han enumerado para explicar los posibles efectos tóxicos que el tabaco produce a nivel renal. Se ha detectado la presencia de al menos 4000 partículas presentes en el humo de cigarrillo y actualmente existan diversas publicaciones atribuyéndole importancia tanto a la nicotina como a otros químicos como causantes directos de daño renal.
Es así como estas alteraciones producto de la inhalación del tabaco, llevan a hipertensión glomerular, daño vascular y fibrosis intersticial, lo que se traduce en un daño histológico que se ha evidenciado incluso en biopsias de fumadores supuestamente sanos, y que se caracteriza por engrosamiento de las arteriolas renales, esclerosis en los glomérulos (unidad filtrante del riñón) y fibrosis de los túbulos renales.
El engrosamiento de las arteriolas renales es la alteración histológica que más caracteriza a los fumadores y es la que finalmente lleva a isquemia (mala irrigación) renal y daño renal crónico primario. Pero además, está comprobado que esta misma isquemia renal acelera la progresión de la nefropatía diabética, hipertensiva y de cualquiera enfermedad renal.
Lo más importante es reconocer que el tabaco es un factor de riesgo prevenible y que los efectos beneficiosos del cese del hábito tabáquico están bien establecidos, tanto para reducir el riesgo de progresión de enfermedad renal crónica, como el de enfermedad cardiovascular y el riesgo de muerte que conlleva esta adicción.
Tabaquismo y Diálisis: Lo que Necesitas Saber
¿Por qué dejar de fumar?
Si estás en tratamiento de diálisis, fumar puede:
- Aumentar el riesgo de infarto, ACV y enfermedades vasculares.
- Reducir la eficacia de la diálisis y acelerar el daño renal.
- Elevar el riesgo de cáncer de riñón y vejiga.
- Dificultar la cicatrización y aumentar complicaciones postoperatorias.
Beneficios de dejar el cigarrillo
- Mejora la circulación y la presión arterial.
- Reduce el riesgo de hospitalizaciones.
- Aumenta la esperanza y calidad de vida.
- Mejora el sabor de los alimentos y la capacidad respiratoria.
¿Sabías que...?
- Más del 50% de los pacientes en diálisis fumadores quieren dejar de fumar.
- El tabaco puede ocultar el daño renal bajo diagnósticos como nefroesclerosis.
- Fumar incluso después de iniciar diálisis sigue siendo perjudicial.
¿Cómo podes dejar de fumar?
- Habla con tu nefrólogo o equipo de salud.
- Usé terapias de reemplazo de nicotina (chicles, parches).
- Participe en grupos de apoyo o sesiones psicológicas.
- Evite el humo de segunda mano y ambientes que te inciten a fumar.